Quisiera dedicar una pequeña entrada a mi experiencia en Sudáfrica, ya que la encuentro estrechamente ligada al proyecto personal en relación con el SIDA. Para contextualizar un poco la experiencia, resumo brevemente el programa: se trata de un viaje de voluntariado para jóvenes organizado por Pandora, Asociación para la Integración y Progreso de las Culturas, viajé junto con otro grupo de seis jóvenes voluntarios con los que compartir y contrastar los aprendizajes adquiridos. Llegamos el sábado 4 de julio y volvimos a finales del mes. Cada uno se alojaba en familias diferentes de Ciudad del Cabo (capital legislativa de Sudáfrica y su segunda ciudad más poblada después de Johannesburgo), más concretamente, estamos viviendo con familias musulmanas en Bo-Kaap, un barrio lleno de color y culturas diversas.
Asimismo, intenté preguntarles a algunos de los miembros de la familia de acogida con los que me sentía más cercana, ejercitando la escucha activa para tratar de entender las distintas perspectivas. Prudentemente, les consulté sobre su opinión sobre el SIDA; la hermana más joven y su amiga (de 12-13 años) tan sólo sabían que era una enfermedad grave que causaba muchas muertes, pero no supieron identificar las causas y la propagación de la misma. De nuevo, hice un acopio de valor y les pregunté al hermano y a la hermana más mayores (16-20 años respectivamente), solo entonces me di cuenta de la estigmatización a la que se veían sometidas las personas con SIDA, ya que en la conversación se mostraron reacios a participar tan activamente como habían hecho hasta entonces, e incluso mencionaron que habían muchos prejuicios hacia los hombres homosexuales (a los que consideraban “moralmente” culpables).
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